miércoles, 5 de noviembre de 2014

Matrimonio con Palpa: La fiesta de la abundancia


Foto: ANDINA/Carlos Lezama

Huancayo, nov. 05. Gente de manos abiertas y brazos siempre listos para dar la bienvenida, los huancas participan, cada vez que hay ocasión, en la celebración del matrimonio con palpa.

Esta fiesta, una tradición centenaria, se diferencia de otras bodas por la competencia en que se enfrascan las familias de los novios para saber cuál de ellas entrega los mejores regalos.

La frase ¿Quién da más? –que se hizo conocida en los remates al martillo–, bien podría aplicarse al matrimonio con palpa en Huancayo. Al término de la misa, los recién casados se retiran de la iglesia bajo una lluvia de arroz y flores, y se dirigen al lugar donde se celebrará a lo grande.

Ya en el salón, al empezar el acto de la palpa, los esposos agasajan al padrino, ofreciéndole un lechón recién horneado, un cabrito sabroso o cuyes crocantes. Luego, viene el turno de la abundancia.

En el Mantaro, los obsequios suelen ser cuantiosos. De eso se trata. Dependiendo de la cercanía afectiva con los novios y del poder adquisitivo del pariente, no es extraño que en la palpa alguien regale un automóvil nuevo, una casa, un tractor, un departamento, un camión o un terreno listo para albergar a la nueva familia. Todo cuenta a la hora de facilitar el camino de la vida conyugal a los recién casados. Los invitados pasan al centro del salón a ofrecer sus parabienes al ritmo de la música. 

Por lo general, la orquesta –la más mentada del momento– suele ser contratada como un presente para los esposos. En el centro del salón se entregan los regalos, que incluso pueden llegar en la forma de billetes contantes y sonantes.

Hasta el amanecer
En un recinto previamente acondicionado se almacenan todos los obsequios, entre los que nunca faltan una lavadora, cajas de cerveza, una cocina, una refrigeradora, computadoras, equipos de sonido, muebles de sala, camas y colchones, juegos de comedor y artefactos de todo tipo.

La jarana continúa hasta el amanecer y en cierto momento, con presencia del padrino, se procede al recuento de lo reunido. Si bien no se hace un listado pormenorizado de lo recibido, los presentes pueden sopesar el valor de los obsequios, para establecer si la más generosa fue la familia de la esposa o la del esposo.

Los agasajados esta vez tendrán la oportunidad de retribuir la generosidad de sus parientes en la siguiente boda. Porque la fiesta de la abundancia no termina nunca en el mundo de raíz andina.

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