lunes, 20 de diciembre de 2010

Vargas Llosa, el hombre que transformó a Perú


José Luis Castillejos Ambrocio

Mario Vargas Llosa, el laureado escritor peruano, ganador del Nobel de Literatura 2010, logró lo que nadie había conseguido: levantar el alicaído ánimo de los peruanos y erigirse en una especie de “salvador” moral de este país.

Una calle frente al mar con su nombre, posters, reconocimientos, seminarios, fiestas en su sureña ciudad natal peruana de Arequipa, orgullo en los cafés, comentarios a la salida del teatro. Todo llevan un sello distintivo: la “Vargas-manía”.

El Nobel que afirmó que nunca usaría a sus personajes literarios para defender sus ideas políticas, pues terminaría por restar credibilidad a sus obras, está en boca de todos. Los taxistas dicen que él ha salvado la imagen del país y lo consideran un “Patriarca”.

Joel Revolledo, un taxista del servicio Metropolitano de Lima, confesó a Notimex su admiración por este hombre que escribe una novela no para defender sus ideas políticas o religiosas, sino para contar historias.

“Hay algo mágico en él. Yo lo leí en la primaria, luego en la secundaria y ahora lo he vuelto a releer. Siempre aprendo algo. Su visión me abre las puertas al mundo”, dice orgulloso Joel mientras se desliza en su auto por la costa limeña.

El autor de “Conversaciones en la Catedral”, “La Tía Julia y el Escribidor”, “Los Cachorros”, que nació en 1936, es una especie de hombre que al cierre del 2010 vino a levantarle la moral a esta Nación que ha padecido una serie de problemas económicos y políticos.

Vargas Llosa, que no ha perdido la literatura de creación pese a que admite que las ideas y los ensayos son muy importantes, pero a diferencia de Jean Paul Sartre escogería la creación, se encuentra en Lima en una vorágine de reconocimientos.

Conferencias, un reconocimiento presidencial y su participación una serie de eventos marcan el último tramo del 2010 en la vida de este escritor.

A donde vaya siempre recuerda a España el país que le dio la oportunidad de emerger, pues fue allí donde logró publicar su primer libro en 1958 y fue allí donde ganó el premio Leopoldo Alas.

Carlos Barral fue el poeta y editor quien lanzó La Ciudad y los perros y tuvo por el libro una fe que el mismo Vargas Llosa ha confesado que no había tenido inicialmente.

Francia e Inglaterra son los otros países al que le debe mucho, pero es en el segundo al que le debe su formación en civismo y la democracia. Otra cosa que le debo a Europa es la disciplina pues allí aprendió qué es escribir.

Este obrero del arte de la escritura es tímido, a ratos introvertido, huye de la prensa o más bien cinco mujeres (su esposa y cuatro secretarias) lo blindan contra el asedio de los comunicadores.

El escritor que vive estos días en el Malecón Paul Harris y la calle que lleva su nombre, en el distrito de Barranco, frente al mar limeño, se levanta temprano, y se asoma levemente al balcón, lee los periódicos, desayuna y se mete a la escritura.

Su trabajo necesita horario y disciplina y cuando está trabajando se deja absorber totalmente y goza porque siente una gran exaltación, según lo ha confesado en más de alguna oportunidad.

Desde niño siempre se dio cuenta claramente que podría ser alguien que cruzara y descruzara las fronteras y afortunadamente la vida lo ha premiado convirtiéndose en un ciudadano del mundo y en uno de los más grandes escritores.

 
Vargas Llosa está casado con Patricia Llosa su fiel escudera quien lo acompaña a todas partes. En ocasiones se reúnen con sus hijos Álvaro (1966), Gonzalo (1967) y Morgana (1974).


Sus obras han sido traducidos al francés, italiano, portugués, catalán, inglés, alemán, holandés, polaco, rumano, húngaro, búlgaro, checo, ruso, lituano, estonio, eslovaco, ucraniano, esloveno, croata, sueco y noruego.

“Trato de mantener una actitud respetuosa hacia mis personajes, porque si no lo hiciera los convertiría en marionetas”, sostuvo este jueves en declaraciones de prensa.

El afamado escritor indicó que si defendiera sus ideas políticas a través de la literatura sería poco persuasivo en las historias que escribe.

Durante el conversatorio en torno a su última obra publicada, “El sueño del celta”, sostuvo que no pensó escribir este relato, sino que fue surgiendo poco a poco, sin tomar conciencia de ello, cuando empezó a leer sobre el cónsul inglés de origen irlandés, Roger Casement.

Espera que las celebraciones por el Nobel terminen pronto para tener la libertad de sentarse en su escritorio a seguir pensando, escribiendo y cultivando su pasión: la escritura, esa que lo ha llevado por los confines del mundo.

Vargas Llosa lleva siempre en su mente la fortaleza del hombre-escritor que cuajó sus vivencias en los lagos, ríos, cascadas, montañas abiertas, nieve, cerro, cielo azul y estrellas de su natal Arequipa y de allí sacó a pasear sus vivencias.

joseluiscastillejos@gmail.com

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