- Hoy se realiza procesión principal del Cristo Moreno
Luis Miguel Santa Cruz
Cada octubre, la devoción en el Señor de los Milagros envuelve las calles limeñas. Miles de creyentes, vestidos de morado, llegan hasta el templo de las Nazarenas, en la avenida Tacna. Aquí tres historias que tratan de explicar por qué el Cristo de Pachacamilla mueve multitudes.
1. Entre la multitud, José Soto es aparentemente un creyente más que sigue a la imagen con una devoción de muchos años. Él es el mayordomo general de la Hermandad del Señor de los Milagros, una asociación con larga tradición en el trabajo por la fe.
Con Soto nos encontramos, en medio del olor a sahumerios e incienso, en la iglesia de las Nazarenas, que es casi su segundo hogar. “Cuando era niño, hace 60 años, la abuela reunía a la familia y nos llevaba a la misa previa a la procesión”, cuenta.
La tradición familiar de los Soto alrededor del Cristo Morado lo ha llevado a ocupar el lugar más importante en la organización que le rinde culto, y en la que los milagros no son ajenos.
El mayordomo general trae una anécdota triste, cuando hace muchos años el menor de sus hermanos era un niño y estuvo en cuidados intensivos 32 días debido a una infección mal controlada.
“Honestamente, sus esperanzas eran escasas y esperábamos lo peor. Nos fuimos a orarle al Señor, a pedirle que le diera energías a mi hermano, y en el fondo sentí como Él me escuchaba. Luego, volvimos al hospital y nos enteramos de que mi hermanito había mejorado notablemente”, dice Soto.
A los días, las cosas volvieron a la normalidad. “Lo salvó la fe”. Con los años, su fe en el Cristo Morado se hizo más fuerte. La tiene presente a diario, sobre todo en octubre.
2 .Carmela Cuevas pasó tiempos difíciles. Tuvo que superar una difícil enfermedad, de la cual no menciona el nombre porque “me pone triste”. Tras una operación con inconvenientes, su salud resultó muy deteriorada y empezaba a dejarse vencer.
Un día, una amiga de su grupo de oración la sorprendió en su casa con un regalo particular: una túnica morada. “Me sorprendió el hecho de que me quedara a la perfección, como si estuviese hecha a la medida”. Con su nuevo atuendo, fue a duras penas a la procesión. Ahí, asegura, comenzó el cambio.
No sabe cómo explicarlo del todo, pero Carmela habla sobre “una energía” que se despertó en ella al tener delante la imagen del Señor de los Milagros, de cómo encontró la fuerza para seguir adelante, para vivir.
Hoy, en octubre, indudablemente, Carmela se pone su túnica y acompaña a la imagen, tanto en las Nazarenas como en las procesiones. Es que el Cristo la ha ayudado a superar sus males y a tener hoy nuevas ganas de vivir. Y siempre pide por aquellos que, como ella, hoy no encuentran el horizonte
“Venir y pedir que cuide a los míos y a mí es egoísta. Pido por todos; en algún lugar del mundo hay alguien que necesita una oración, y tiene la mía”, dice doña Carmela, llena de esperanza. Al despedirse, coge mi mano y le pide a Dios que me acompañe. Y lentamente, con su rosario colgando entre los dedos, se retira.
3. Perder el brazo izquierdo era la pesadilla que atormentaba a Cintia Angélica por las noches. Tras un accidente de tránsito que le causó una fractura triple que tardaba mucho en curar y que degeneró en complicaciones e infecciones, los doctores le decían que las posibilidades de amputarlo eran cada vez mayores.
Tenía miedo y tristeza, pero la fe seguía dando vueltas por su puerta. A días de su operación definitiva, Cintia buscó el consuelo en una imagen a la que siempre le había tenido cierto cariño.
En una visita previa a la intervención, le pidió al Señor de los Milagros “una segunda oportunidad, un poco de esperanza”. Entonces, para sorpresa de médicos y de sus familiares, la operación fue un éxito y hoy ella vive con normalidad. Y con una costumbre imperecedera en octubre.
“A veces tengo que venir sola desde Chorrillos, temprano, porque mis hijos trabajan, pero no importa, igual vengo a agradecerle”, comenta mientras enciende la vela que dejará en el altar ubicado a la vuelta de la iglesia las Nazarenas.
Es un mar de creyentes donde Cintia es un alfiler más, como Carmela Cuevas, como José Soto, como miles que en las calles aledañas a la iglesia de la avenida Tacna cuidan con devoción a la imagen y tienen una y mil historias que contar.
Cifras
6 recorridos procesionales del Señor de los Milagros se han programado para este año.
20 cuadrillas y 5,000 miembros forman parte de la Hermandad.
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