*Álvaro Díaz
Hasta los años noventa, la forma convencional de medir el desarrollo de una zona determinada (distrito, provincia, región, país) era por el Producto Bruto Interno (PBI) y el PBI per cápita; es decir, el valor monetario de la producción de bienes y servicios de un país (o región o provincia o distrito) durante un período determinado de tiempo (normalmente, un año), dividido entre el número de habitantes de dicha zona geográfica.
Sin embargo, ello podía significar que con ese método no se medía la realidad de la calidad de vida de dicha población, considerando que algunos pocos podrían beneficiarse con gran parte del PBI, mientras que otros vivirían sólo con una fracción del mismo.
Amartya Sen, profesor de Economía de la Universidad de Harvard y Premio Nobel de Economía 1998, inspiró con sus ideas a quien fuera el reconocido economista pakistaní Mahbub ul Haq, para cambiar tal forma de medir el progreso real en la calidad de vida de una población.
Planteó agregar los factores de salud (expectativa de vida) y educación (alfabetización) al PBI pér cápita (entendido como productividad), conformando así el Índice de Desarrollo Humano (IDH).
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha asumido esta metodología (agregando variables y matices en su medición, sin perder su esencia), que da a conocer en los informes anuales sobre el desarrollo humano en todos los países del mundo.
En este orden de ideas, el PNUD ha definido el desarrollo humano como "el proceso de ampliar la gama de opciones de las personas, brindándoles mayores oportunidades de educación, atención médica, ingreso y empleo, e incluso tiene que ver con el total de opciones humanas, desde un entorno físico en buenas condiciones hasta libertades políticas y económicas".
En realidad, el IDH puede representar un verdadero menú de objetivos de un buen plan de gobierno, incluso de objetivos de una política de Estado que trascienda a un gobierno de turno, y otorgue fuerza, mística y continuidad a los esfuerzos de un país, metas y objetivos que además podrán ser medidos de modo objetivo, alejarlo de presiones mediáticas, populistas o de cualquier otra naturaleza.
Algunos de los temas y asuntos que se consideran de mayor importancia para el desarrollo humano, según describe el PNUD, son:
El progreso social: mayor acceso a la educación, mejores servicios de nutrición y salud.La economía: la importancia del crecimiento económico (inversiones) como medio para reducir las desigualdades y mejorar los niveles de desarrollo humano.
La eficiencia en términos de uso y disponibilidad de los recursos. El desarrollo humano propicia el crecimiento y la productividad, siempre y cuando este crecimiento beneficie de manera directa a las personas en general, ocasionando la reducción de la pobreza y la inclusión de las mujeres, entre otros aspectos.
La igualdad en cuanto al crecimiento económico y otros parámetros del desarrollo humano.
La participación y la libertad, en especial mediante el empoderamiento, la gobernabilidad democrática, la igualdad de géneros, los derechos civiles y políticos y la libertad cultural, etcétera.
La sostenibilidad para las generaciones futuras, en términos ecológicos, económicos y sociales, desde una perspectiva técnica y científica, no especulativa.
La seguridad humana: vinculada a las amenazas crónicas de la vida cotidiana tales como los delitos, violencia, terrorismo, hambre, desocupación, etcétera.
No es casual que estos factores guarden tanta similitud con los parámetros que considera el World Economic Forum (Foro Económico Mundial) o el Doing Business (Haciendo Negocios), que son los referentes que países e inversionistas toman en cuenta para determinar dónde realizarán sus inversiones, en qué, por qué periodo y en qué condiciones.
Un buen IDH coincidirá con las mejores condiciones de un país para atraer inversiones.
En el informe publicado en el 2011 el IDH fluctuaba entre la mejor performance de Noruega con un índice de 0,943, en el primer puesto, y el 0,286 de República Democrática del Congo, en el puesto 187. Perú estuvo en el puesto 80 con un 0,725, Chile en 44, Uruguay en el 48, México en el 57, Costa Rica en el 69, Bolivia en el 108 y Nicaragua en el 129, por citar unos ejemplos.
Como hemos comentado en anteriores artículos, el salto de Perú en cuanto a la reducción de pobreza como a la disminución de la desigualdad ha sido enorme, como nunca visto en la historia republicana.
Es un buen momento para generar políticas de Estado con los lineamientos del IDH a fin de lograr metas tangibles.
"Como hemos comentado en anteriores artículos, el salto de Perú en cuanto a la reducción de pobreza como a la disminución de la desigualdad ha sido enorme. Es un buen momento para generar políticas de Estado con los lineamientos del IDH a fin de lograr metas tangibles."
*Castro Abogado especialista en Derecho Empresarial y Minero
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